«Cisco Kid» (Por Begoña Eguskiza)


Sobre «In Old Arizona» (Irving Cummings, Raoul Walsh, 1928)

Cisco Kid, que no sonreía tan fácilmente, tenía 25 años y mataba por diversión. O porque estaba de mal humor, o para divertirse, o para evitar que lo detuvieran…
Podía disparar ocho décimas de segundo antes que cualquiera.
Un día en Quintana Creek, liquidó al sherriff haciendo que la bala atravesara limpiamente su estrella de latón.
Montaba un caballo ruano que conocía al dedillo todos los caminos de San Antonio a Matamoros (Texas). Mientras montaba, cantaba, y no sabía más que una canción que empezaba con estas palabras: «No bromees con mi novia Lulú, si no quieres tener un disgusto…» El ruano estaba acostumbrado a aquella canción y a la voz y no le molestaba.
Cisco Kid amaba a Tonya Pérez, una muchacha mitad Carmen, rostro de Madonna y alma de colibrí. Vivía en una cabaña con techo de ramas cerca de Lone Wolf Crossing, con su abuelo descendiente de los aztecas, que se pasaba la mayor parte del tiempo borracho.
En cierta ocasión que Kid fue a visitar a su amada, trepó hasta el tejado de ramas y allí escuchó como Tonya hablaba, en su dulce mezcolanza de inglés y castellano, con el sherriff.
Mucho más que a la ley, los habitantes de ese lugar, temían al bandolero despiadado, por el cual se interesaba el teniente y Ranger de Texas, Sandrige, rubio como un vikingo e interesado también, en Tonya.
Cisco Kid personaje principal del relato corto de William Sydney Porter quien escribió bajo el seudónimo de O. Henry » The Caballero’s Way», publicado por primera vez en julio de 1907 en la revista «Everybody’s Magazine» con ilustraciones de W. Herbert Dunton.
Pero este Cisco Kid que nos presentó O. Henry no fue el que luego aparecería en más de 150 episodios de TV., tiras cómicas, varias películas ni en una serie radiofónica, cuya cuña de presentación nada tenía que ver con el bandolero despiadado: «Aquí está la aventura. Aquí está el romance. Aquí está el famoso Robin Hood del Viejo Oeste.»
«In Old Arizona», que fue toda una innovación en Hollywood, fue el primer western sonoro, rodado en exteriores y donde se escucha hablar en español y por primera vez vemos a un bandido encantador, con su bigote negro y acento mexicano, interpretando una canción escrita para la película y que será recurrente a lo largo de ella, «My Tonya», fox- trot con letra y música de B.G. de Sylva, Lew Brown y Ray Henderson.
Tras el éxito de » El cantante de Jazz» de la Warner, rodada en un estudio especializado en películas sonoras, la Fox se embarca en esta nueva empresa.
Para ello, recurren a Raoul Walsh, como director y actor principal. Anteriormente ya había trabajado a las órdenes de David W. Griffith en «El nacimiento de una nación», interpretando al asesino de Abraham Lincoln.
El desierto de Mojave (California), la Misión de San Francisco (El Álamo) y Bryce Canyon, en Utah, fueron  los escenarios elegidos. Este último fue declarado el año anterior Parque Nacional, pese a lo abrupto del terreno, tenía buena comunicación debido a la nueva construcción de la carretera. Después de rodar las escenas de acción en Bryce Canyon, el equipo de sonido quedó inservible y de vuelta a Los Ángeles para sustituirlo por uno nuevo, una liebre atravesó el parabrisas del Jeep de Raoul Walsh y estampándose en el ojo derecho de este, perdiéndolo definitivamente.
Esto supuso el fin de su Cisco Kid, como actor y director.
Se haría cargo de la dirección Irving Cummings que mantendría algunas tomas largas de Walsh y había que buscar un nuevo actor, Buddy Roosevelt fue el elegido, pero se rompió una pierna, por lo que finalmente fue Warner Baxter, que salió ileso de esta aventura y con un Óscar al mejor actor.
La grabación del sonido fue bastante buena a pesar del ruido en exteriores.
Arthur Edeson, el director de fotografía, escondía y camuflaba los micrófonos. Empezó como retratista, anteriormente había rodado «Frankenstein» de James Whale y «El ladrón de Bagdad» de Walsh, este ya conocía su dominio de las sombras. Curiosamente, al elegante Arthur, cuando fue por primera vez a pedir trabajo como fotógrafo a los Eclair Studio en New Yersey, le contrataron como actor.
«El hombre invisible» «Casablanca» y «El Halcón Maltés» están entre sus obras.
Filmada seis años antes del Código Hayss, vemos a prostitutas bien definidas y un lenguaje atrevido y nada timorato, como Tonya, interpretada por Dorothy Burgess, la cual tiene innumerables amantes y secretos que los utilizará con el sargento Mickey Dum interpretado por Edmundo Lowe y con Cisco Kid.
«In Old Arizona» fue publicitada 100% hablada y su lema fue: «Escuchas lo que ves mientras disfrutas de Arizona» Aunque el espectador disfrutó del Gran Canyon en Utah.

«Brawl in Cell Block 99» (Por Owen Gleiberman)


Owen Gleiberman / variety.com

Vince Vaughn reinvents himself as a hooligan badass in a stylish neo-’70s grindhouse prison flick that — like its star — means it.

Over the years, I’ve consumed my share of vintage grindhouse flicks (revenge, car chase, blaxploitation, cannibal, you name it), but I confess that I never thought much about them until Quentin Tarantino came along and began to talk them up as if they were the second coming of cinema. Curious, I took a grindhouse-movie plunge to try to find out what it was that turned the scurrilous trash of the ’70s into Quentin’s cinematic sanctuary. I think I finally saw the light. Yes, the movies had sleaze, grit, wild violence, tawdry sex, an off-the-books aura of semi-scandalous transgression (all things I approve of). But what I now also saw is that they had a very perverse sort of conviction. The characters didn’t just commit sordid, reckless, and ugly acts; it’s as if the low budgets and air of extremity scraped away everything but their ability to mean it. You could sum up hundreds of those films in one grindhouse ad slogan: “He Knew How to Mean…Getting Mean.”

That’s certainly true of Bradley Thomas, the strapping hooligan badass played by Vince Vaughn, with a cross tattooed on the back of his shaved skull, in “Brawl in Cell Block 99.” The movie, an ultra-violent tale of rage, salvation, and limbs broken at extreme angles, is about a twisted but honorable man who gets placed in the ninth circle of incarcerated hell. Once there, he has to resort to the most extreme acts he can imagine, all to protect his wife and unborn daughter. It sounds like the sort of pulp that would now go straight to DVD or VOD — and, in fact, that’s more or less what happened to “Bone Tomahawk” (2015), the critically lauded first feature by the same writer-director, S. Craig Zahler.

Yet there’s a reason “Brawl in Cell Block 99” is playing at the Venice Film Festival. I saw it at a midnight show, where an audience of Euro swells in tuxedoes and five-inch heels gave the movie, and its star, a standing ovation. They were applauding the film’s — and Vaughn’s — conviction, as well as the vise-like grip of its how-dark-is-this-gonna-get? suspense. “Brawl in Cell Block 99” is 2 hours and 12 minutes long (frankly, it could lose 15 or 20 minutes), but it’s the rare movie that truly evokes the grindhouse ’70s, because it means everything it’s doing. It’s exploitation made with vicious sincerity.

The movie takes off from our desperate economic moment. Bradley, who looks fearsome enough to be a monster, is trying to walk the straight and narrow. He’s a recovering alcoholic, with a job at an auto shop and a wife he’s trying to reconnect with. But when he gets laid off, there’s nothing left for him, so he goes back to running drug packages for Gil (Marc Blucas), his old scummy power-tripping dealer boss. Bradley and Lauren (Jennifer Carpenter) heal their relationship, and she gets pregnant; with the money he’s making, they move to a nicer place. But then Gil orders him to make a run with a crew of Mexican smugglers, and Bradley can smell how untrustworthy they are.

For too long, Vince Vaughn has been a jittery actor who favors a comical mode of word salad, but in “Brawl in Cell Block 99” he’s calm and still, with a forlorn implosiveness, and I think it’s because the shaved dome liberates him. I have no idea what’s been going on with Vaughn’s hair for the last 10 years, but frankly, he has seemed more and more uptight about the image he’s projecting, and in “Brawl” it’s as if he’d stripped away that anxiety and said, “It’s me. In the raw. Deal with it.” Vaughn’s performance echoes the down-and-dirty transformation undergone by John Travolta and Bruce Willis in “Pulp Fiction,” Mickey Rourke in “The Wrestler,” and Matthew McConaughey in “Magic Mike” — actors who got consumed by the system, and went through the motions long enough to become feel-good shadows of themselves, only to draw the line and say, “Enough!”

Vaughn, of course, tried for the beginnings of a kind of Re-Vaughnaissance when he played the villain in the second season of “True Detective” (and he was quite good), followed by his role as the drill sergeant in “Hacksaw Ridge.” But here he does what those other actors did by tapping something primal: a new image that seems to emerge from a scalded elemental reality. As Bradley, he’s like a big violent sad-eyed baby, and he connects to the audience in the direct emotional way that he has done only rarely since “Swingers.”

Many filmmakers have been influenced by the gritty neon glow of Michael Mann’s “Thief,” but Zahler may be the first to shoot images that have that look in endless long static-stare medium shots, with a wide-angle lens and no cuts. “Brawl in Cell Block 99” is a night-bloom crime film that feels like it was made by a shoestring Kubrick. The unbroken-take mode is Zahler’s way of surveying his characters, almost spying on them. When the drug run is scattered by the police, the way Bradley ends up in prison for five years is, frankly, a little contrived (you have to believe that he’s so primitively noble that he’d screw himself over in order to screw over his bosses). But you go with it, because Zahler has done the tougher work of investing us in Bradley’s crossroads moment. And when he gets to prison, the movie takes off.

A henchman, played by the creepy affectless Udo Kier (who also shows up in “Downsizing” — at 72, this suave cult goblin is clearly having a moment), talks to Bradley through the Plexiglass and tells him that he now owes the Mexican smugglers millions of dollars, and that he can pay the debt by killing a certain prisoner in cell-block 99 of Red Leaf, a nearby maximum-security prison. So Bradley has to cause enough damage to get transferred there. If he doesn’t, Kier outlines a threat so hideous it’s terrifying. You would never hear this sort of thing in, say, an “Expendables” movie, but it’s that willingness to reach beyond the acceptable that infuses “Brawl in Cell Block 99” with a murderous faith.

Vaughn’s stoic ruthlessless does too. His first act of violence is to break a guard’s arm so that it no longer resembles an arm. He wins his ticket to Red Leaf, and fast, only to learn that the place is a series of dank interlocking dungeons. The warden, played with cigarillo-savoring juice by Don Johnson, runs the place on a behavior-mod system of rewards and punishments, starting with the disgusting cell that Bradley is placed in. But he will endure whatever is necessary. The movie takes its time, letting us savor the fetid horror of prison life, and maybe that’s why it’s such a release when Vaughn springs into action: He’s as tall and strong as Tom Noonan’s serial killer in “Manhunter,” as quick and merciless as Woody Harrelson in the prison climax of “Natural Born Killers.” He gouges eyeballs (which we’ve seen before), but he also smashes heads and faces into the ground like melons (which we haven’t). And it’s all because he cares!

It’s got to be one of the supreme entertainment ironies of our time that a movie like “Brawl in Cell Block 99” is now a kind of “art film.” At a festival, it represents the decadence of the market meets the aspirations of a gutbucket auteur meets the prestige of critical approval. In the ’70s, a movie like this one might have made a lot of money, but it would have stayed underground (in Times Square, in drive-ins), and that’s where it felt at home. Today, it might have a life on DVD or VOD (the new underground), but thanks to Vince Vaughn having the moxie to reinvent himself, there’s a chance it could slip into the awards mix. Insane? Maybe so. But that’s what can happen when you mean it.

Fuente: http://variety.com/2017/film/reviews/brawl-in-cell-block-99-review-vince-vaughn-1202546470/

EL CARTEL CINEMATOGRÁFICO Parte II (Por Begoña Eguskiza)


EL CARTEL CINEMATOGRÁFICO Parte II

Años 60 – 70
La televisión estaba en el punto de mira de la censura, el cine aprovechó esta situación para hacer películas subidas de tono y mostrar desnudos, esto atrajo público a las salas.
Conviven cineastas clásicos con nuevos directores, los carteles continúan utilizando fotografías pero se mezclan con diferentes estilos de pintura y cómic. Los movimientos sociales del momento junto con los artísticos repercuten en el diseño de los carteles. La producción de carteles es inmensa, cada país tiene sus ilustradores y se hacen miles de pósters para presentar la película.
A mediados de los 60 en E.E.U.U. aparecen nuevas corrientes con la moral hippy y el rechazo a la guerra del Vietnam y los carteles son más psicodélicos y transmiten expontainedad, aparece el Pop-Art y la psicodelia.
Saul Bass trabajará para directores como Prerminger, Hitchcock, Scorsese o Kubrick, para este último hizo el cartel de  «El Resplandor» de un amarillo chillón y sencillo pero impactante. Gerardo Vera, escenógrafo, actor y director de cine y de teatro, dice de Saul Bass: «Consigue en una sola imagen, plasmar la idea de la película en una síntesis poderosa y definitiva que ya es, por derecho marca de la casa, sus carteles insinúan casi nunca definen, dejando así un amplio margen para que sea el espectador quien complete su propia visión.» Ilustró todo tipo de géneros desde el drama al suspense pasando por la comedia como «Un dos tres» de Billy Wilder.
Steve Frankfurt, diseñador gráfico y director de arte en varias agencias de publicidad, realizó los títulos de crédito, a petición de J.A. Pakula, para «Matar a un Ruiseñor». Ahí comenzó su carrera como cartelista para el cine , creando  carteles como «La semilla del diablo».
United Artist encargó a Robert Peak, un ilustrador comercial estadounidense que sus obras ya aparecían en revistas como el Time, los carteles para «West Side Story», este fue su primer trabajo, más tarde realizaría «My Fair Lady» «Excalibur»,»Apocalypse Now» o «Superman».
Para «Apocalypse Now» se le encargó que hiciera una serie de pinturas junto a  Tom Jung, para dar publicidad y vender la película con un cartel impactante. Dos de los carteles se utilizaron en América del Norte y prácticamente en todo el mundo, excepto en Alemania que Peak diseñó una potente imagen de Kurtz que disfrutaron en exclusiva en los cines germanos.
Mención aparte es Bill Gold que trabajó en la Warner Bros. al igual que Saul Bass . Su carrera abarca más de 60 años, de «Yankee Doodle Dandy» 1942 de Michael Curtiz (su primer trabajo), a «J. Edgar» 2011 de Clint Eastwood (su último trabajo, tenía 90 años cuando lo realizó) pasando por «Casablanca» , «Un tranvía llamado deseo», «El príncipe y la corista», «Bullit», » El Golpe», «La naranja mecánica» o «Mystic River» entre otros carteles.
Ha colaborado con Francois Truffaut, Elia Kazan, Sidney Lumet, Alfred Hitchcock para » La Soga», Stanley Kubrick, Federico Fellini, John Ford para «Centauros del desierto»,, Sam Peckinpah, Alan Parker, Ridley Scott «Alien»,, Brian de Palma, Howards Hawks o Clint Eastwood.
Con «Harry el sucio» es su primera colaboración con Eastwood . Don Siegel y Clint Eastwood eran conocidos en Hollywood por tener fama de rechazar propuestas o exigir cambios, cuando Gold les presentó su cartel para «Harry el sucio», dijeron: No cambies nada.
Eastwood le llamó para su siguiente película, 40 años de colaboración.
Para «Grupo Salvaje» de Sam Pekinpah , Gold fotografió a los protagonistas en el aparcamiento de los Estudios caminando hacia el sol, para que solo quedasen sus siluetas.
Para «Alien» explicaba Gold : Queríamos jugar con el significado de la palabra alien ( en inglés significa extraño, forastero) y ofrecer algo más que un astronauta con su traje.
Cuenta Christopher Frayling, historiador de la historia del cine y el inventor de la expresión Spaguetti Western,: «Es un gigante del mundo de los carteles cinematográficos y el último superviviente de una estirpe. Hay que pensar una cosa: Cuando Bill Gold empezó a trabajar , lo único que tenían eran lápices y pinceles, todo se hacía a mano. Una de las primeras cosas que hizo fue crear sus propios alfabetos, diseñar sus propias tipografías. Esto es impensable ahora mismo, pensar en los pósteres que ha hecho y que fue capaz de sobrevivir a este cambio que supuso la llegada de los ordenadores, te das cuenta de la medida del personaje».
«Bill Gold poster works» libro editado por Tony Nourmand en Reed Arts Press,  contiene más de 2.000 imàgenes en 400 pàginas y con un peso de 10k. Bill es miembro de la Academia de las Artes y las Ciencias, de la Sociedad de ilustradores y The Art Directors Club. Actualmente vive ya retirado con 96 años.
Bill Gold movie posters https://www.cinematerial.com/artists/bill-gold-i530
El caso de la Pantera Rosa de Blake Edwards, merece mención. Edwards le encargó a Friz Freeling , creador de Piolín, Silvestre, Porky y Speedy González, una animación para el título y los créditos de la película y solo le pidió tres cosas que fuera gracioso, mudo y de color de rosa, le gustó tanto que decidió  hacer el cartel con ella. A la productora también le gustó e hicieron un capítulo piloto, el cual ganó en 1964 el Oscar al mejor corto de animación. Ya todos conocemos el resto de la historia, una serie animada para la televisión, infinidad de posters, una música asociada a ella hasta hoy día.
El Blaxploitation, irrumpe con fuerza en los 70. Es cine hecho por negros, con artistas negros y para la audiencia joven, negra y urbana. Trataban temas controvertidos , sobre la vida en los barrios con personajes masculinos muy varoniles, duros detectives, traficantes de drogas, delincuentes de poca monta, chicas explosivas y como enemigo el hombre blanco. Fueron películas muy publicitadas, sus carteles postmodernos combinaban diferentes técnicas pictóricas artesanales, las letras casi siempre eran serpenteantes y muy coloridas , primaba la psicodelia ante la legibilidad de la tipografía.
En Europa del Este  en Checoslovaquia la obra gráfica cinematográfica es diferente. Usaban la tipografía, recortando y pegando las letras unas encima de otras , no aparecían ni logotipos ni artistas. Junto a los carteles polacos representan un movimiento único en el mundo.
En la actualidad la mayor colección de carteles checoslovacos pertenece a Pavel Rajčan, dueño de la tienda y galería Terry Posters de Praga, la tienda tiene ese nombre en homenaje al director Terry Gilliam de los Monthy Python, debido a sus innumerables visitas a ella. http://www.terry-posters.com/posters/attribute-7-director
Aunque la industria cinematográfica de EEUU es la que predomina, aparecen otras maneras de hacer cine, con producciones menos costosas, con más Independencia creativa. Aparece el cine de autor, con tramas más complejas, más intimistas y comprometidas. Una oleada de jóvenes directores irrumpen en el panorama del celuloide,  la Nouvelle Vague francesa, el Free Cinema inglés y en Italia se reafirma el cine de autor que venía del Neorrealismo.
Los carteles no siguen un paràmetro, sino que es el estilo de cada artista aplicado al género de la película a ilustrar. El mismo artista elabora diferentes estilos dependiendo de la película o exigencias de la productora.
En Francia con la Nouvelle Vague priman las ideas personales, sin una estructura definida sin reglas, Francois Truffaut, Jean Luc Godard, Eric Rohmer, Claude Chabrol o Melville entre otros definen este nuevo cine realista que mostrase la vida cotidiana sin grandes presupuestos y con ausencia de comercialidad.
Clément Jurel hizo más de 1.500 carteles pasando por varios estilos desde la comedia para las películas de Louis de Funex o de corte dramático para la primera película de Godard «A Bout de Souffle» con un tamaño original de 1,66×128,50, se caracterizó por el tamaño de los carteles en una época donde se redujeron las medidas de estos.
Entre sus carteles figuran «Érase una vez en América» y » El baile de los vampiros».
Fue muy crítico con la autoría de los carteles y junto a otros diseñadores, en la década de los 80, intentó que se reconocieran los derechos de autor.
Otro de los grandes ilustradores cinematográficos fue René Ferrucci, publicista para la M.G.M. fue el responsable de los anuncios para la prensa, hizo más de 3.000 carteles, entre los que se encuentran «El discreto encanto de la burguesía» de Luis Buñuel donde utiliza la técnica de collage , muchos directores le llaman para que realice sus carteles como Francois Truffaut para «Jules et Jim» y «La novia vestía de negro» , una acuarela, o «Círculo rojo» de Jean Pierre Melville.
En Italia venían del Neorrealismo y directores como Fellini, Vitorio de Sica , Dino Risi o Visconti convivirán con la nueva comedia italiana ,  y la aparición del Spaguetti Western con Sergio Leone a la cabeza. El italiano Franco Fiorenzi ilustró para este género, si algo caracterizó a este ilustrador, fue por hacer varios carteles de la misma película con sus diferentes personajes.
Sandro Simeoni , el autor de «Por un puñado de dólares», empezó a trabajar como caricaturista en periódicos locales, se trasladó a Roma en los 50 y comenzó su carrera como cartelista trabajando con las principales compañías cinematográficas , tanto italianas como norteamericanas.
Utiliza imàgenes inquietantes como en «Que fue de Baby Jane», transgresoras para las eróticas como en «Garganta profunda» o «Los cuentos de Canterbury» de Pier Paolo Pasolini donde tuvo problemas con la censura, se las ingenió para evadirla y en el póster de la película aparece una mujer masturbando a un hombre pintando esta escena de manera sutil, de este cartel dijo que era el mejor que había realizado para  Pasolini .  Sus carteles se caracterizaban por pintar a las mujeres voluptuosas y con formas redondeadas , respetando las facciones de las artistas.»Por un puñado de dólares» de Sergio Leone, dice de este: «Me costó un gran trabajo convencerle de no utilizar caballos en el cartel».
Una anécdota que siempre recordada, «Nadie quería hacer el cartel para «Coge el dinero y corre», luego se convirtió en un gran éxito. Entre sus más de 3000 carteles están «El ángel exterminador», «Adiós gringo», «Django dispara primero», «La dolce vita», «La gran comilona» o «Jack el destripador».
Algunos de sus pósters están firmados con «y» griega ya que los americanos pronunciaban mal su nombre, «Seimeoni». Murió en 2007 sin una sola línea en los periódicos.
Avelardo Ciriello fue un artista italiano nacido en Milán en 1918 muy conocido por ilustrar portadas de libros y de la revista Sette, esta con ilustraciones eróticas que dejó de editarse en 1953 debido a la censura. También hizo cómics como «Memorias de Giacomo Casanova». En los 60 haría dibujos satíricos para periódicos, ilustró también para las historietas eróticas de las revistas Menelik, Maghela y Lucifera ya en la década de los 70. Pero su reconocimiento vino de la mano de su trabajo como cartelista cinematográfico para las empresas de distribución desde 1947 hasta 2009, entre sus obras más famosas está «Divorcio a la italiana», «Perros de paja», «Irma la dulce»,»La gata sobre el tejado de zinc» o «Casanova», era obsesivo y detallista cosa no habitual en los ilustradores para cine. Hizo más de 3000 ilustraciones, murió en 2016.
En Reino Unido ante la imposibilidad de competir con el cine norteamericano, actualiza el cine de terror y aparece el Free Cinema inspirado en la Nouvelle Vague pero con más compromiso social y con el apoyo del Instituto Británico del Cine, como «La soledad del corredor de fondo» 1962 de Tony Richardson o «If» de Lyndsay Anderson y Ken Loach como el mayor exponente de cine social.
Los productores contaban con ventajas fiscales así que se produjeron películas con diferentes nacionalidades como «Blow Up» de Michelangelo Antonioni o «El sirviente» de Joseph Losey que perseguido por «La caza de brujas» se exilió a Gran Bretaña.
Así hubo producciones como «Dr. Strangelove or: How I Learned to Stop Worrying and Love the Bomb» con producción británica, director americano Stanley Kubrick e ilustrador francés Tomi Ungerer, más conocido como ilustrador de libros para niños y también para adultos,su obra se caracteriza por el humor, la sátira, el erotismo y sus obras de crítica social y política.
La Hammer Company, fundada en 1934 por el actor Will Hinds (utilizaba de nombre artístico Will Hammer) empresa dedicada a la distribución de películas, comedias principalmente y una de suspense «The Mistery of Mary Celeste» con Bela Lugosi dejó de producir en los años 40 debido a la guerra, más tarde produjeron filmes con menos presupuesto dándose cuenta que los más rentables eran los de terror. Con «The Curse of Frankenstein» de Terence Fisher y con Christopher Lee y Peter Cushing en los roles principales, tuvieron un éxito rotundo en 1956 y en la década de los 60 la Hammer floreció de nuevo gracias a este trío que dio los mayores éxitos.
Tom Chantrel fue el autor de muchos de los carteles de la Hammer como el cartel doble donde aparecen dos títulos «Rasputin The Mad Monk» y «The Reptile» y aparece por primera vez la marca de la casa: «From Hammer the House oficial Horror». Eran carteles vibrantes y coloridos, Tom Chantrel utilizaba a familiares y amigos que hacían poses de vampiros y monstruos para luego dibujarlos. Para el cartel de «Star Wars» fue su esposa quién posó en el jardín de su casa, con una espada de plástico para pintar a la princesa Leia.
En 1962 apareció por primera vez en un cine el Agente 007, «James Bond contra el Dr. No». La evolución artística en los carteles es evidente si los comparamos a los actuales, mientras Sean Connery y Roger Moore aparecen rodeados de mujeres espectaculares y con colores brillantes, Daniel Craig aparece en carteles monocromàticos. A partir de Timothy Dalton aparece la imagen real del actor a excepción de «Goldfinger» que aparece Sean Connery fotografiado con la chica.
Renato Fratini, nacido en Roma, tendrá su apogeo cartelístico en Londres en la década de los 60, a el debemos»Desde Rusia con amor».
Años 80 – 90 hasta la actualidad.
James Bond continúa. La evolución del cartel es evidente, a partir de Timothy Dalton los diferentes agentes son fotografiados y ya con Daniel Craig son más minimalistas, aparece en solitario o junto a la protagonista, en plano.
En estos años predomina la cinematografía norteamericana​, directores como George Lucas, Steven Spielberg, Brian de Palma o Martín Scorsese ya consolidados y viejos maestros del cartel como Robert Peak (Apocalypse Now) o Vic Fair, este con el estallido de los videoclubs haría infinidad de carátulas para el formato de cinta, o Frank Frazzeta pintor, historietista de cómics y especializado en ciencia ficción y fantasía fue el encargado de hacer los carteles para Mad Max y Conan el bárbaro, confirman el patrón norteamericano de la cartelería cinematográfica quedando fuera de esta influencia China, Japón, India y el muy curioso caso de Ghana.
En Ghana empezaron a montar cines ambulantes, una furgoneta para llevar el equipo que consistía en una televisión un vídeo casete un generador y las películas en VHS. Improvisaban salas de exhibición, estos cines ambulantes tenían nombres como Rollos Royce Vídeo o Pall Mall Video 007. Iban pueblo por pueblo, muchas personas no habían visto una película en su vida y fue todo un éxito. Hicieron carteles para promocionarlo y se contrataron a artistas locales que pintaron enormes carteles en los sacos de harina firmaban con nombres tan singulares como Salvation o Dallas. Lo mejor era que tenían total libertad para expresarse artísticamente, a veces no tenía nada que ver el cartel con la película y muchas veces ni siquiera los artistas habían visto la película, como pasaba en los primeros años del cine. Cuando terminaba la proyección enrrollaban los carteles metían el equipo en la furgoneta y se iban al siguiente pueblo.
A mediados de los 90 debido a la mayor accesibilidad de la población a la televisión empezó a decaer hasta desaparecer por completo.
El guionista de Alien, Walter Hill dijo de los carteles: «Resultan más interesantes que las películas».
La manera de hacer carteles cambia, ya no se hacen dibujados a  mano, se utilizan computadoras al igual que se hace en el cine con los efectos especiales, es la era de la ilustración digital. Empiezan a ser como los conocemos hoy en día, fondos fotográficos destacando las fotografías de los personajes con sus nombres  como el cartel de «Good Fellas» de Scorsese o signos que identifiquen la película, es el caso de E.T. de Drew Struzan nacido en Los Ángeles en 1947. Sus primeros trabajos como ilustrador fueron las portadas de discos para los Beach Boys, Bee Gees, Roy Orbison o Black Sabath. En 1975 empezó a ilustrar para películas de serie B, hasta que fue contratado por Charles White para que le ayudara con los bocetos de Star Wars, haciéndose un hueco en la ilustración cinematográfica. Ilustraba una media de 10 carteles al año, «Indiana Jones y la última cruzada», «Blade Runners» o «Rambo» figuran entre sus obras, más tarde haría los pósters para «Cadena perpetua» y «Harry Potter», haría su último trabajo para Spielberg en 2008 , «Indiana Jones y el Reino de la Calavera».
El cine de terror sigue cosechando éxitos, género que siempre ha llenado las salas, el Gore iba aumentando de seguidores , sus carteles  realistas  cuentan lo que el público quiere ver , sangre y violencia gráfica extrema.
El género Gore nació en el teatro francés el Grand Guignol a principios del s.XX , representaban sangrientas matanzas. En el cine nos tenemos que remontar a 1916 con «Intolerancia» con elementos similares al Grand Guignol, con dos decapitaciones y una escena donde un soldado es atravesado por una lanza. A comienzos de los años 20 aparece el Código Hays y se vio censurado durante 50 años.
En los 90 aparece Quentin Tarantino y su revolucionaria manera de hacer cine. Sus carteles están muy cuidados y siguen la estética de la época en la película. Para «Pulp Fiction»  James Verdasco simuló una portada de las novelas baratas que se vendían a 10 centavos, con su papel ajado, en el cartel aparece Una Thurman con una de ellas. Representó lo que veríamos en pantalla , una mujer vestida de negro fumando, («Red Apple» la marca de cigarrillos que aparece en la cajetilla, marca inventada por Quentin Tarantino , todos sus personajes en sus películas fuman esta marca y todos son fumadores), una novela barata, una pistola, uñas y labios pintados de rojo y unas letras amarillas sobre fondo rojo al más puro estilo setentero que si quitàsemos el título sabríamos de que película se trata. Entre las obras de James Verdesoto se encuentran «Nothing Hill» y » Ocean’s Eleven».
Otro caso importante es el de los Hermanos Coen, sin nada que ver con Tarantino, su cine tiene un sello especial. Carteles como el de «Ave César» de marcado estilo años 50 pero utilizando la fotografía, al igual que Franco Fiorenzi, se hicieron varios carteles con los diferentes protagonistas y otro cartel con el trailer para la promoción en televisión.
A lo largo de la historia del cine la estética ha ido cambiando, con los movimientos sociales, artísticos y con la censura.
El cartel siempre ha ido unido a la película y desempeñó un papel fundamental para la promoción.
La televisión e Internet ha modificado todo lo que rodea la promoción de las películas y tenemos más información y películas de las que podamos ver.
Campañas de marketing millonarias invaden la TV. o cualquier página web con un o no elaborado diseño, las productoras nos invaden con diferentes carteles y trailers meses antes del extreno. Las agencias de distribución son las encargadas de dar a conocer el cartel, que siguen estando en los cines, cuyo diseño se hace con artistas visuales, fotógrafos y empresas de imagen gráfica, como antaño los hay buenos y malos pero se acabaron los días en que artistas como Saul Bass tenían su propio despacho donde se hacía el cartel a mano y estaban involucrados en el trabajo cinematográfico.
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EL CARTEL CINEMATOGRÁFICO Parte I (Por Begoña Eguskiza)

«El manuscrito encontrado en Zaragoza» (Wojciech Has, 1965)


Título original: Rekopis znaleziony w Saragossie

Polonia Director: Wojciech HasGuión: Tadeusz Kwiatkowski (Novela: Jan Potocki) 1965 / 182 min. Música: Krzysztof Penderecki, Fotografía: Mieczyslaw Jahoda Reparto: Zbigniew Cybulski, Iga Cembrzynska, Elzbieta Czyzewska, Gustaw Holoubek, Stanislaw Igar, Joanna Jedryka, Janusz Klosinski.

Crítica completa de Rubén Redondo en cinemaldito.com «Tenía algo de miedo, pero finalmente he caído en la tentación. Una tentación por otro lado placentera y gozosa que no es otra que escribir unas líneas sobre mi película polaca favorita de todos los tiempos: El manuscrito encontrado en Zaragoza, dirigida en un ya lejano 1965 por el maestro Wojciech Has. Hablar de una película tan legendaria siempre entraña cierto riesgo. El de caer en la rutinaria exposición de los puntos más fascinantes de una obra que ha hipnotizado a millones de críticos y escribidores especializados en el séptimo arte. Espero no naufragar en el intento, siendo mi objetivo únicamente conseguir llamar la atención de aquellos fanáticos del cine que aún no se hayan atrevido a degustar este dulce imprescindible.»

Wojciech Jerzy Has (Cracovia, Polonia, 1 de abril de 1925 – Łódź, Polonia, 3 de octubre de 2000), cineasta, productor y guionista polaco. Considerado el mejor adaptador de obras literarias al cine de toda la historia del cine polaco y junto con Andrzej Wajda, uno de los más relevantes de la Escuela Polaca de Cine. Casi toda su fama internacional se sustenta en una única e influyente obra, El manuscrito encontrado en Zaragoza. Otra película que recibió un gran reconocimiento fue El sanatorio de la clepsidra, con la que consiguió el Premio del Jurado del Festival de Cannes de 1973 y el Gran Premio en el Festival de Trieste de 1974.

Wojciech Jerzy Has nació en Cracovia en 1925, cuando la ciudad era uno de los focos culturales y artísticos más importantes de toda la Europa Central y Oriental, junto a Viena, Praga y Berlín. Su padre era de origen judío asimilado (debido al fuerte antisemitismo que asoló la Polonia católica y al Imperio ruso, en el primer tercio del siglo XX), pues su apellido Has es la versión germanizada del yídish de Haas (האָז), que significa liebre en este idioma y también en neerlandés. Su madre era católica, aunque Wojciech Jerzy Has no se educó en ninguna religión y, posteriormente, en la Polonia comunista (1945-1989), se declaró siempre agnóstico.

Durante la invasión nazi alemana, Has estudió Comercio en Cracovia durante la II Guerra Mundial, aunque luego ingresó en la Academia de Bellas Artes de su ciudad natal, en la que coincidió con su amigo Andrzej Wajda. Posteriormente, finalizada la guerra, formó parte de la primera promoción del Taller Cinematográfico de Jóvenes, en Cracovia, la primera escuela de cine creada en Polonia. Se diploma en 1946 y en seguida debuta como ayudante de realización de Stanisław Wohl y Józef Wyszomirski, dos realizadores también novatos, en su ópera prima Dwie Godziny (1946), un mediometraje de 68 minutos que no se estrenó hasta 1957.

Enseguida, debuta como realizador en el campo del documental con el mediometraje Ulica Brzozowa (Calle Brzozowa, 1947), escrito por él mismo y realizado junto a Rozewicz, y Harmonia (1948). Trasladado a Varsovia, en el Estudio de Documentales de Varsovia Wojciech Has se lanza a una actividad frenética, dirigiendo once documentales (algunos con fines educativos) en apenas una década. Augusto M. Torres señala Karmik Jankowy (La casita para los pájaros de Jankowy, 1952) como su película más destacada entre las que rodó de no ficción entre los años 1947 y 1955.

En 1957 comienza a rodar la que es su primera película de ficción, Pętla (El nudo, 1958), adaptación literaria de un relato de Marek Hlasko. Pętla es un film excepcionalmente bien rodado por Has en donde ya comienza a desarrollar sus célebres travellings laterales y su creación de lo atmosférico y lo espacial sobre la base de la luz y a la puesta en escena, que por el tema que desarrolla, genuinamente moderno. Esta historia sobre el alcoholismo, la redención y la culpa, cuenta con una fotografía en blanco y negro excepcional del operador Mieczysław Jahoda, unos decorados realistas diseñados por Roman Wołyniec y una música inquietante del compositor Tadeusz Baird, además de una cuidada dirección de actores. Por desgracia Pętla no ha sido comercialmente estrenada en cines españoles, no se ha proyectado en televisión, ni editado en DVD (al menos hasta 2011) por lo que para poder ver el film hay que recurrir a la importación del DVD polaco, en copia restaurada comercializada por Telewizja Polska (la televisión estatal polaca) y editada por tres instituciones que colaboraron en la restauración y digitalización del negativo original: Filmoteka Narodowa, Rekonstruczja Obrazu y OKO Studio Filmowe. Has ya debutó con un film que, además de ser una adaptación de una pieza literaria (una constante en su filmografía) roza con los dedos la categoría ficticia de obra maestra. La película fue mal recibida por las autoridades socialistas polacas, lo que no le impide rodar en seguida su segundo largometraje de ficción, Pożegnania [Adioses, 1958], basado en una obra de Stanislas Dygat, premiado en el Festival Internacional de Locarno y presentado en el de San Sebastián.

Su prestigio como cineasta comunista se cimentaría en Polonia con sus sucesivas películas, escribe y dirige Wspólny pokój (Habitación común, 1960), Rozstanie (Adiós juventud, 1961) y luego dirige Złoto (Oro, 1961) y Jak być kochaną (El arte de ser amado?, 1963), de cuyos guiones no es responsable.

Este bagaje le permitiría acceder a rodar una superproducción como Rękopis znaleziony w Saragossie (El manuscrito encontrado en Zaragoza, 1964), con exteriores filmados en las estribaciones montañosas de Cracovia e interiores en los estudios de Wroclaw y una extraordinaria banda sonora compuesta por Krzysztof Penderecki. La repercusión internacional del film, convertido en auténtica cult movie en Estados Unidos o Francia, entre otros muchos países, no permitió sin embargo que sus obras tuviesen una distribución comercial normal en occidente. Lo que sí le supuso es convertirse en un cineasta especializado en trasladar a la gran pantalla algunas grandes novelas, Szyfry [Los códigos, 1966], drama psicológico que parte de una novela de Andrzej Kijowski, Lalka (La muñeca, 1968), cuyo guion escribe Has a partir de la importante novela homónima de Bolesław Prus.

En 1973 W.J. Has dirige la imprescindible Sanatorium pod klepsydrą (El sanatorio de la clepsidra), en la que parte de un guion propio en el que adapta el libro homónimo de Bruno Schulz. En este filme se aprecia el conocimiento de la cultura judía polaca de la que provenía su árbol genealógico paterno y la del propio escritor adaptado.

Tras una década alejado del cine, Has retoma su personal vertiente creativa con Nieciekawa historia (Una historia sin importancia, 1982), y continúa con Pismak (El escritor, 1985), escrita y dirigida a partir de un cuento de 1885 del escritor ruso Anton Chéjov -traslación fílmica de la ópera de Wladyslaw Terlecki-, Osobisty pamietnik grzesznika… przez niego samego spisany, que también firma Has. Se aproxima a otro de los temas tan queridos por Has, presentes en El sanatorio de la clepsidra, considerada por algunos expertos como su otra obra maestra junto al Manuscrito. Las tribulaciones de Balthasar Kober no fue entendida en su tiempo, quizá por ser una propuesta excesivamente vanguardista en tiempos de conservadurismo artístico y porque mezclaba a partes iguales el surrealismo, la picaresca de corte esotérico y el romanticismo fantástico, tres géneros difíciles de combinar. Por esos años W. J. Has combinó su labor profesional con la dirección de los Estudios Rondo (1987-89) y, sobre todo, la actividad docente, impartiendo clases en la Escuela de Cine de Łódź desde 1974, institución de la que sería decano (1989-1990) y rector (1990-1996).

Durante los años 1990, Jerry García (Grateful Dead), junto con Martin Scorsese y Francis Ford Coppola, financiaron la restauración de una edición sin cortar de El manuscrito encontrado en Zaragoza, un trabajo cuyo resultado quizás no llegó a ver el director y que no pudo ver tampoco Jerry García, fallecido en 1995. En 1997 los dos directores norteamericanos habían relanzado el interés por este cineasta en Occidente gracias a una proyección de la versión íntegra de 3 horas en el Festival de Cine de Nueva York. Finalmente la edición restaurada se editó en DVD en EE.UU. en el año 2001. (WIKIPEDIA)

Novela: «Manuscrit trouvé à Saragosse» , de Jan Potocki

Manuscrito encontrado en Zaragoza (en francés original, Manuscrit trouvé à Saragosse) es una novela gótica publicada por Jan Potocki en 1804 y 1805, adaptada al cine por el director polaco Wojciech Has en 1965. Construida según la técnica del relato enmarcado o mise en abyme, con historias dentro de historias que se ramifican y entremezclan, al modo de Los cuentos de Canterbury, el Decamerón o Las mil y una noches, la obra fue comenzada en 1797 y publicada en dos partes. El autor trabajó en ella hasta completarla poco antes de su suicidio.

La primera parte del libro, publicada en San Petersburgo, en los años 1804 y 1805, en edición muy limitada, es un relato fantástico, pródigo en prodigios (aunque casi todos ellos acaban recibiendo una explicación racional).

Estructurada en jornadas y ambientada en torno a 1715 tomando el nombre de Zaragoza, su protagonista, Alfonso van Worden, es un oficial de la Guardia Valona que atraviesa Sierra Morena en dirección a Madrid, donde entrará como capitán al servicio de Felipe V.

En el camino, topa con todo tipo de personajes extraordinarios: gitanos, princesas moras, ladrones, endemoniados, miembros de la Inquisición, cabalistas e incluso Ahasvero, el Judío Errante, todos ellos cuentan sus envolventes historias en torno a míticos lugares como la Venta Quemada, la Posada de los Alcornoques, o las orillas del Guadalquivir en Sierra Morena. A veces no les basta una sola jornada: el autor mezcla dos historias, las alterna y ambas avanzan con gran fuerza durante varios episodios.

Se trata de una estructura laberíntica constante, de clima sorprendente. En la primera jornada, asistimos a una levísima escena lésbica -e incestuosa- entre dos hermanas, Emina y Zibedea, capaces de compartir «un marido para las dos» y de amar a un cristiano, y asistimos a un hecho inesperado: Alfonso goza del amor, duerme profundamente y amanece entre los dos ahorcados: los hermanos del bandolero Zoto.

Todos estos personajes y sus historias van tejiendo en torno a Van Worden una compleja red de engaños, que ponen a prueba su temple y cordura. Finalmente, Van Worden descubre que cuantos le rodean están al servicio de un misterioso personaje, el jeque de los Gomélez, que ha decidido someterle a una compleja prueba iniciática.

La segunda parte de la obra, Avadoro (una historia española), vio la luz en 1813, en París y de la mano del editor Gide Fils. Los elementos fantásticos se atenúan en favor de intrigas cortesanas y amorosas, y reproducía algunos capítulos ya publicados en la primera parte.

En 1815 Gide Fils reimprimió el texto de la primera parte, ahora con el título Les dix Journées de la Vie d’Alphonse van Worden, con algunos cambios y adiciones sobre la edición original.

Durante el siglo XIX, la novela cayó en el olvido, hasta tal punto que algunos de sus escasos lectores, como Gérard de Nerval y Washington Irving, cedieron a la tentación de plagiar algunas de sus historias y presentarlas como propias. Charles Nodier también plagió otros fragmentos del Manuscrito, que publicó con su firma en La Presse en 1841 y 1842, un hecho que mereció un sonado juicio por plagio. Otros relatos de Potocki aparecieron por esos años en la prensa, atribuidos a un compañero de la masonería, Cagliostro. La novela fue traducida por primera vez al polaco, lengua natal de Potocki, en 1847 por Edmund Chojecki.

La edición crítica de Kukulski y la de Caillois. En 1956, el académico polaco Leszek Kukulski —el más importante especialista en Potocki— publicó en Varsovia una edición crítica del libro, reconstruido a partir de las cerca de mil páginas del texto en francés.

Dos años después, en 1958, Roger Caillois publicaba en París a través de Éditions Gallimard Les dix Journées de la Vie d’Alphonse van Worden, una edición no completa de la novela, que reproduce el texto impreso por primera vez en San Petersburgo, completándolo con la Histoire de Rébecca, con la que termina la edición de París de 1813. La denominada edición de Caillois contiene también tres relatos tomados de Avadoró, histoire espagnole, es decir de la segunda parte de la obra, publicada por Gide Fils en 1813.

Caillois preparaba una antología mundial de la literatura fantástica a principios de la década del cincuenta. Según cuenta, su desconocimiento del idioma polaco hizo que pidiera a un amigo que revisara una antología polaca de relatos fantásticos editada por Julien Tuwim en 1952. El amigo de Caillois le recomendó un cuento titulado Historia del comendador de Toralva, perteneciente a la traducción polaca de Kukulski. El cuento le pareció a Caillois un plagio de un relato muy conocido de Washington Irving, El gran prior de Menorca, con la salvedad de que Irving publicó su relato en 1855, y Potocki había muerto en 1815.

A partir del trabajo de Caillois se despertó cierto interés por Potocki; comenzó a reunirse un conjunto de pruebas, manuscritos, copias tempranas y traducciones polacas de ese trabajo que su autor había publicado parcialmente en una tirada de sólo cien ejemplares.

En lengua castellana, la editorial Minotauro publicó en 1967 una versión adaptada por el argentino José Bianco a partir de la edición francesa de Caillois. En 1970, se publicó una edición abreviada de unas 300 páginas en español, por Alianza Editorial, con introducción de Julio Caro Baroja y traducción y notas de José Luis Cano, que ha sido reeditada en 2008. La primera edición completa se publicó en 1989 de la mano de René Raddrizani, que lo publicó en la casa parisina José Corti.

Las nuevas ediciones de Editorial Valdemar y de Pre-Textos, recogen 66 jornadas y cerca de mil páginas. Estas dos ediciones recientes presentan ligeras variaciones en la traducción. La de Valdemar ha sido vertida por Mauro Armiño (traductor, entre otros, de Rosalía de Castro y de Marcel Proust), y la de Pre-Textos por César Aira, que recoge el relevo de la edición de Minotauro.

Nueva versión inédita de la obra descubierta en 2002. El Acantilado edita en 2009 una versión de 1810 basada en un manuscrito hasta hace poco inédito de la obra, descubierto en Poznan en 2002 por Dominique Triaire y François Rosset, que ofrece una visión notablemente distinta de la precedente, preparada a partir de fragmentos: más terminada, quizá más melancólica, pero en cualquier caso mucho más lista para su edición. Resulta, pues, que según este nuevo manuscrito hubo, por lo menos, dos versiones de la obra.1 Está traducida por José Ramón Monreal y editada por François Rosset y Dominique Triaire. También cuenta con un prólogo de Marc Fumaroli. (WIKIPEDIA)

EL CARTEL CINEMATOGRÁFICO Parte I (Por Begoña Eguskiza)


EL CARTEL CINEMATOGRÁFICO Parte I

Principios del s.XX. La publicidad en papel ya estaba inventada cuando apareció el espectáculo del cine, pero con este nace un nuevo género, el cartel cinematográfico.
Cuando los hermanos Lumière presentaron su invento contrataron a artistas famosos de la época para publicitar su cinematógrafo.
Auzolle crearía el famosísimo cartel para «El regador regado».
Enseguida el invento fue distribuido por todo el mundo y comprobado su potencial económico, se convirtió en un espectáculo de feria, barato y popular.
Estudios como Gaumont hacían sus propios carteles que realizaban ellos mismos o contrataban a artistas conocidos o a meros artesanos o la Biograph que preparaba los carteles para las películas de D.W. Grifith, es curioso que la superproducción «El nacimiento de una nación» se anunciará sin imágenes, querían atraer a los espectadores con los datos de producción o los Estudios Edison para la primera adaptación de Frankenstein en 1910 con un programa de mano donde daban la siguiente información:
«…se ha intentado eliminar con cuidado todas las situaciones realmente repulsivas y concentrarse sobre los problemas místicos y psicológicos que se hallan en este asombroso relato.»
El Estudio presentaba una fotografía de la película para ser utilizada en el cartel.
Estos carteles eran una mezcla de fotos, textos escritos a mano, horarios y frases publicitarias.
Se introducían en vitrinas de cristal en el interior y exterior de las salas.
La marca de la productora ocupaba siempre un lugar visible como garantía de prestigio y la promoción de la película corría a cargo de los dueños de las salas, hacían postales, carteles caseros para pegar por la calle, voceros y programas de mano, la fórmula más sencilla y eficaz: repartidores callejeros se encargaban de la distribución a los transeúntes.
En estos programas, que perduraron hasta finales de los años 70, aparecía por la parte delantera un dibujo o el cartel de la película y en el dorso el texto con la información de la programación diaria de la sala en cuestión.
Hacia 1910 cuando las salas de cine fueron reemplazadas por los Nickelodeones, aparecieron los Lobby Cards que eran generalmente una serie de 8 fotogramas que mostraban las escenas de las películas. Al principio eran en blanco y negro más tarde las tiñeron manualmente.
En esta década también aparecieron grandes anuncios en el exterior de los cines que eran 24 veces más grandes que los tradicionales.
Años 20
En estos años las salas se transforman en bellos recintos. Aparece el «Star System» y con ello, el reclamo de las estrellas hacia el público. Los Estudios crean departamentos de publicidad y numerosos artistas retratan a las estrellas más famosas, Buster Keaton, Charles Chaplin, Clara Bow, Mary Pickford…
Las estrellas no sólo aparecen en los carteles de cine, también en cajetillas de tabaco, cajas de galletas, de cerillas, tazas , bandejas, chapas… Se ha creado la mercadotecnia.
Hollywood funcionaba al margen de Europa, cada Estudio seguía sus propias normas independientes unos de otros.
Mientras tanto en Europa se manifestaban las vanguardias.
En Alemania Heinz Schulz-Neudman (1899-1969) creó el cartel para «Metrópolis» , una litografía de estilo Art Decó que medía 92,70 × 205,70 cm. de las cuales sólo se conservan cuatro, una de ellas está en el Museo del Cine en Berlín y otra en el MOMA de N.Y.
Más tarde con el éxodo a EEUU, trabajaría para varios Estudios, la M.G.M, U.A, Columbia, Warner Bros., R.K.O., Universal Pictures, creando los carteles de numerosas películas como «The Vikings», «El  tesoro de Sierra Madre», «Anna Karerina» o «Rebelión a bordo» entre otras.
En Rusia, estaba Alexander Rodchenko (1891-1956) comprometido con el sector bolchevique de la revolución rusa, fue uno de los artistas más conocidos del Constructivismo ruso*,  fotógrafo, pintor, escultor, también se interesó por la arquitectura, el diseño gráfico y el industrial, por el grabado y el fotomontaje. Diseñó el cartel para «El Acorazado Potemkin» , film propagandístico y encargo del gobierno soviético.
Años 30
El cine sonoro desbanca al cine mudo y esto va a influir profundamente en la industria cinematográfica.
Además del cine cómico los Estudios abordaron otros temas , del Oeste, bélico,de gánsteres, melodramas, cine social, de aventuras y de terror , dando lugar a los géneros.
Los departamentos de publicidad de los Estudios no seguirán una línea determinada, tanto en Europa como en E.E.U.U., sino una línea creativa dependiendo del género. Cada productora realiza sus carteles con características particulares, con «39 escalones» se hicieron infinidad de carteles y lobby cards para su proyección internacional.
Después del Crack del 29 la gente necesitaba ver unos dramas que no fueran los suyos y el cine de terror ofrecía la desdicha ajena. Fueron años de explendor de este género.
Los carteles estaban influenciados por el Art-Decó, con diseños geométricos intercalando retratos de las estrellas de fama. Eran composiciones muy llamativas, conseguida a través de la degradación de colores.
Las empresas de carteles se multiplicaron , era una buena alternativa para pintores y artistas.
Los dueños de las salas seguían haciendo sus propios carteles y lobby- cards.
Con King – Kong, éxito de taquilla inmediato la RKO creó una serie de 6 tiras de cómics, realizadas por el dibujante Glenn Cravath, como promoción previa al estreno , que fueron publicadas en numerosos periódicos. La RKO se adelantó dos décadas al aunar cómic y cine destinado a la publicidad de la película.
Años 40
En estos años se consolidan las bases estéticas del cartel. Con el Star-System ya consolidado las estrellas cobran total protagonismo en los carteles y son los años del Boom de las películas del Oeste.
Carteles sencillos con los protagonistas y fondos amplios mostrando la inmensidad del lejano Oeste.
El cartel de El Dorado, con Wayne y Mitchum  era el reclamo perfecto para que la gente fuera al cine, un cartel sencillo para una gran película.
Con la posguerra el ambiente era pesimista y al igual que pasó con el Crack del 29, el cine negro llega a su mayor apogeo. Un género oscuro al igual que los carteles, los colores menos brillantes,  donde aparecían los personajes que caracterizaban el género, la femme fatale, gánsteres o policías . El halcón maltés es un buen ejemplo de ello.
Bill Gold que más tarde haría los carteles para El Exorcista, La naranja mecánica o Alien, fue el encargado de elaborar el cartel para El sueño eterno.
En Europa acabada la II Guerra Mundial, un caso curioso es el de Polonia. Durante la época dorada de Hollywood los grandes Estudios controlaban toda la distribución pero al llegar a Polonia los artistas polacos tenían que reinterpretar los carteles debido al control del Estado. La Escuela Polaca del Cartel dio rienda suelta a su ingenio esquivando la censura, dando así una identidad propia al cartel polaco .
No había fotos de las estrellas, ni fotogramas de la película y la fotografía en caso de haberla se transformaba en un collage, ni siquiera tenían siempre que ver con el título de la película, añadiendo a todo esto que el texto era en polaco, ininteligible fuera de Polonia, los hizo únicos por su rareza .
No es casualidad que el primer museo del cartel del mundo THE POSTER MUSSEUM fuese fundado en Varsovia en 1968.
Años 50
Es la década de el confort, los valores de la clase media. Desde entonces la gente empezó a ver más la televisión e ir menos al cine. Las grandes estrellas firman contratos con la televisión y el cine tiene que poder competir. Aparecen los autocines, la ciencia ficción, el cinemascope y el 3D. Surgen las superproducciones históricas que venían acompañadas de carteles espectaculares como el de Ben-Hur obra de Reynold Brown, artista que  hizo innumerables carteles para las películas de Serie B, muy en boga en estos años.
Saúl Bass fue uno de los primeros artistas (con la excepción de los polacos) en romper las normas estilísticas, por el uso del color, la economía de medios y el impacto visual , este  atraía  al público a las salas. Bien conocidos son sus carteles de Vértigo o de Anatomía de un asesinato.
Es el tiempo en que el espectador empieza a interesarse por los directores y Hitchcock fue uno de los artífices de que así fuera. Fue el mejor promotor de sus películas.
El anuncio de Psicosis advierte:
«Los gerentes de los cines de Mille y Baronet han recibido a riesgo de sus propias vidas, de no admitir en la sala a ninguna persona después del inicio de la película. Cualquier intento ilegítimo de entrar por las puertas laterales, salidas de emergencia o los conductos de ventilación será reprimido a la fuerza.
Me han informado de que esta es la primera vez que se han hecho necesarias semejantes medidas pero también es la primera vez que ven una película como Psicosis.
El único objetivo de esta inusual medida es, por supuesto ayudarle a disfrutar más de Psicosis.»
Hitchcock controló la promoción, las estrellas Anthony Perkins y Janet Leigh no hicieron entrevistas y los críticos no fueron invitados a los pases previos, los exhibidores se  mostraron reticentes al principio pero al final aceptaron y vieron las grandes colas que se formaron en sus cines. La película se convirtió en un gran éxito.
Surgen los enfoques visuales en los carteles, dando pistas sutiles del contenido de la película, como   con «Sunset Boulevard» una Gloria Swanson que ya se adivina que nada bueno está pasando.
Aparecen las revistas especializadas en cine, llenas de fotografías de las estrellas y de las películas.
La fotografía va sustituyendo a los carteles , es el comienzo del cartel fotogràfico.
* Características: sus obras fueron difusoras de las propagandas Revolucionarias. Realizaban carteles, propagandas, fotografías, ilustraciones, etc. Tenían un predominio de la tridimensionalidad y las líneas inclinadas, también, poseían motivos abstractos, utilizaban formas geométricas y lineales.

Carteles polacos

(EL CARTEL CINEMATOGRÁFICO Parte II (Por Begoña Eguskiza)